El jaguar es el depredador tope más grande de América Latina, y se distribuye a lo largo de 18 países desde México hasta Argentina. Únicamente un 50% de la distribución histórica de esta especie se mantiene y las poblaciones de jaguar están en decremento.
Los jaguares, como depredadores tope, son un componente importante de comunidades saludables de animales y de plantas, así como un indicador importante de ecosistemas sanos que son la base para la conservación de la vida silvestre y también para el bienestar de las personas.
El jaguar es una especie sombrilla cuya conservación puede tener una amplia gama de beneficios para la conservación de la biodiversidad en general, y puede ayudar a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, las metas de Aichi, entre otros.
Las principales poblaciones de jaguares, o poblaciones núcleo, están conectadas a través de una serie de corredores biológicos y genéticos en una sola unidad ecológica a gran escala, a la que llamamos el Corredor del Jaguar. Una red de poblaciones núcleo y corredores conectándolas, es la única forma de asegurar la permanencia de una única población interconectada.
Los jaguares están amenazados principalmente por pérdida de hábitat, cacería debido a conflicto con humanos, miedo y demanda de sus partes, y por disminución de sus presas. En donde las poblaciones humanas se superponen con poblaciones de jaguar, se observa una pérdida de jaguares.
En Bolivia, el jaguar se encuentra amenazado principalmente por dos causas. Una es la deforestación o destrucción de los hábitats naturales que, hasta el año 2013, alcanzó los 5.7 millones de hectáreas en las tierras bajas y los yungas del país (FAN 2015), tierras que fueron transformadas por la agricultura mecanizada, la ganadería y la agricultura a pequeña escala (Müller et al. 2014a, 2014b).
La Estrategia de Conservación de Jaguar 2020-2030 contempla acciones en 15 paisajes prioritarios de 14 de los 18 países de América donde habita el felino, considerado como especie “casi amenazada”.
El programa promueve actividades económicas sustentables, como agroforestería y reforestación comunitaria, en beneficio de las poblaciones humanas que coexisten con el felino.
Con esta estrategia, desde Bolivia, se espera contribuir al “Plan de Acción para la Conservación del Jaguar (Panthera onca) 2020 – 2025”, que fue presentado estos días por el Ministerio de Medio Ambiente y Agua.